Antes, cuando tenía algunos años menos y todavía no se había inventado internet, ya me encantaba Carly Simon. Hablaría de la calidad de su voz, o del gusto interpretativo que siempre ha sido característico en ella, pero no diría, en realidad, nada nuevo. Lo cierto es que me encantaba en todos los sentidos, y no hay más nada que pueda yo explicar al respecto. Lo que tampoco se puede explicar es qué clase de lotería existe en este mundo nuestro, que reparte y reúne talento de manera tan aleatoria (si lo hace sin estar a lo que hay que estar) o poco solidaria (si es que encima lo hace a propósito), para haber juntado bajo un mismo techo y unas mismas sábanas a Carly Simon y a James Taylor. En fin, siempre le perdoné a James Taylor ser el afortunado flanco de Carly Simon. Puede que lo hiciera por ser otro cantante extraordinario, o quizá cuando vi que, al cabo de no muchos discos publicados, iba perdiendo su cabellera de manera vertiginosa.
He decidido poner en el blog alguna musiquilla de vez en cuando. Por ello dejo en esta entrada un rastro de la tremenda calidad de Carly Simon, a quien, por cierto, no hay nada que tenga yo que perdonarle, ni incluso cuando dice que "nobody does it better", con lo doloroso que resulta escucharle decir tal cosa, una vez que uno se convence de que no es el destinatario de semejante comentario.
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