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“Todos iban y venían en la aldea. Un hervidero de prisas, preparativos, personas y animales iba apareciendo cuando la noche se iba a descansar de su trabajosa misión de alumbrar los sueños. Ha llegado el gran día. Todos lo saben. Es hora de reivindicar su estirpe. Nada de lo que se pueda hacer por esta causa es suficiente, y todo es necesario. No solo está en juego la corona del buen rey Roberto, corona que todos los habitantes de estos valles han tejido con la hierba de sus prados, y la confianza ciega que en él han depositado; también está el orgullo de no dejar de ser. Porque el inglés no viene de visita con poco equipaje. Se trae sus costumbres, su música, su pensamiento y hasta su sangre para hacérselos vestir.
Los niños limpian las espadas. Es su único consuelo al negárseles el derecho a pelear con sus armas de entusiasmo. Pero el entusiasmo no es suficiente, hará falta también el apoyo de los guerreros antiguos, aquellos que forman parte de la leyenda de los clanes, los que viajan a bordo de las nubes y arrojan su sombra de fortaleza sobre los guerreros jóvenes.
Hoy, las rodillas de los hombres no se mancharan de tierra, o lo hará todo su cuerpo. Porque hoy ninguno se ha de arrodillar ante su dama para pedirle un pago al torrente de amor que le fue ofrecido. Ellas ya les han correspondido esta noche con toda la generosidad que su cuerpo y su voluntad han sido capaces de entregar. Esta noche que quizá no vuelva a alumbrar sus sueños de mañana.
Hay que vestirse la mejor camisa, el mejor kilt y el broche mejor labrado. No se puede aparecer ante el enemigo con aspecto descuidado porque en la contienda los soldados se respetan o no son auténticos soldados. Irán juntos al encuentro de aquellos que vienen del sur. Irán con toda la fuerza de los caballos que habitan las tierras altas, con la de las aves que vuelan entre las islas de la costa, con la del rayo que ilumina su destino.
Irán todos juntos, quizá a morir. Siempre supieron que cuando esto hubiera de suceder, sería en estas verdes praderas al ritmo de gaitas y tambores”.
Desperté con el sonido de la radio. Acababan de poner "Marcha do entrelazado de Allariz" interpretada por Carlos Núñez. Eso dijo el locutor. Él y los que le acompañaban vigilantes habían oído la canción. Yo la había soñado.
Febrero de 2004
Rev. en febrero de 2006
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