Veía yo un partido de fútbol con unos amiguetes, una tarde de hace ya un puñado de años, en una de esas situaciones en las que uno se encuentra a gusto. Lo pasábamos bien, e imagino que no sería muy bueno el partido porque rajábamos sin parar, y sólo hacíamos que ir a la cocina a reponer la cerveza que obstinadamente se terminaba.
Ni siquiera recuerdo qué equipos jugaban, pero desde luego uno de ellos era entrenado por Luis Aragonés. Lo sé bien porque en un determinado momento, un indiscreto micrófono de ambiente recogió esta recomendación del "de Hortaleza" a sus jugadores: "no protestéis tanto, hostia, que protestáis más que la hostia".
Claro... ¿pa qué quies más?. Nos entró un ataque de risa, y desde entonces adoptamos la expresión para uso personal, bautizándola genéricamente como "estracha", que es como algunos ingleses, o muchos, pronuncian la palabra "structure", y que les hace más odiosos por decir raramente una de las pocas palabras fáciles que tienen, y manifestando de esa manera su recalcitrante voluntad de no ser entendidos.
El otro día me vino esto a la cabeza a propósito de una frase de un forero. Decía así: “el desvelo es la hostia”, que qué verdad es, por cierto. Pues bien, podría evolucionar a continuación en un estracha tal como esta: “no os desveléis tanto hostia, que os desveláis más que la hostia”.
Esta estracha es útil para recomendaciones tanto positivas como negativas a hacer algo. Por ejemplo, si uno quiere autoconvencerse de que tiene que dejar de fumar diría: "a ver si dejo de fumar, hostia, que dejo de fumar menos que la hostia", o si nuestro cohabitante habitual se deja frecuentemente el tubo dentífrico abierto (de esto que se va secando y formando una masilla asquerosa en la boca del mismo), podemos decirle: "cariño, a ver si no dejas abierta la pasta de dientes, hostia, que dejas abierta la pasta de dientes más que la hostia".
En fin, esta es la cosa, y creo que Luis Aragonés no registró su copyright, de manera que cualquier persona es perfectamente libre de utilizarla siempre que algún prójimo esté a punto de desbordar su paciencia. Y coño, es que eso pasa más que la hostia, ¿o no?
Febrero de 2004
Rev. Agosto de 2005
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