estrachas del ocelote

Pequeño almacén de letras



sábado, 10 de julio de 2010

San Fermín


Anoche, en un instante de vigilia sobrevenido, vi a un tipo a los pies de mi cama. Vestía unas deportivas más que amortizadas por el uso, unos vaqueros llenos de sietes auténticos (no de los impostados que marca la moda actual) y una camiseta de esas de Kukuxumusu cuyo fondo rojo era atravesado por toros azules que echaban guiños. Aunque su aspecto era más el de un cierrabares que el de cualquier otro empleo propio de unas fiestas patronales, sus ojos, en todo momento fijos en los míos, no delataban que estuviera empapuzado por el calimocho y una interminable cadena de penúltimas.

-¿Y tú quién coño eres?- le pregunté al tipo.

-Soy San Fermín, chaval, y vengo a decirte que mañana no corras el encierro.

Aunque pocas, debimos acordar tácitamente que eran suficientes estas palabras, porque sin mayor ceremonia él se dio el piro (ignoro cómo), y yo seguí durmiendo. Pero ya, entonces, mal.

Esta mañana es ya la cuarta que amanezco sobre este artilugio que la vieja dueña de la fonda llama cama, y me encuentro cansado. Pero hoy el catre es inocente. He ido a la ventana para investigar qué clase de sendero a lo Shangri-La le podría haber servido de ruta hacia la habitación a mi visitante nocturno. Pero las paredes del patio interior eran completamente lisas, sin molduras ni rebajes. Imposible el acceso por allí para nadie que no se llame Peter Parker.

La media hora que he ocupado en ducharme y vestirme para acudir a mi cita con Raúl, ha sido intensa en reflexiones. Me parece que no soy capaz de decirle que hoy no corro. Que este año, tras más de quince sin interrupción, me rajo. Y que lo hago porque alguien me ha confundido con uno de los niños de Fátima. ¡La madre que me parió! Raúl, a lo primero, me va a llamar maricón. Luego dejará de hablarme algunos días, para finalmente perdonarme, como siempre hace cuando no hago yo las cosas bien. ¿Y cómo afearle esa reacción después de haber compartido tantos ratos intensos con él? ¿Cómo decirle que todos los sustos, y las risas, y los miedos de todo este tiempo hoy no cuentan?

Así que he decidido rajarme de rajarme, y hemos ido a tomar nuestro café de las siete y cuarto como cualquier otro día. Luego hemos echado pies hacia la calle de la Estafeta.

Hay mucha gente esta mañana sobre el empedrado de la calle. Sólo se distingue un mar de cabezas que parece ensayar un caótico ballet, con tanto movimiento desacompasado arriba y abajo. Es el peor momento. Hay que encontrar el hueco casi a ciegas. La “patata” se acelera y se salta las especificaciones del fabricante. Hemos podido saber que la curva Mercaderes-Estafeta hoy ha hecho su trabajo a conciencia, y la manada viene disgregada. He entrado delante de un toro negro que va flanqueado por dos mansos. Pero éstos andan hoy con muchas piernas, y ahora tengo uno a cada lado. Uno de ellos acuesta su carrera hacia su compañero y, por un instante (lo más parecido a la eternidad que nunca he conocido), mis pies se separan del suelo aupado por dos paredes de olor intenso, pelo y sudor. Todo sucede con rapidez de reacción nuclear. Al volverse a separar los cabestros, me depositan en la nada. Caigo y ruedo por el suelo. El grupo pasa por encima de mí, y entonces es cuando me equivoco. Me doy cuenta de ello al advertir la cara de un Raúl que, arrimado al vallado de mi izquierda, me mira de una forma elocuente y atónita, mientras me estoy poniendo de pie.

Lo último es como una brisa de aire caliente concentrada en mi nuca. Quizá hace demasiado calor para ser poco más de las 8 de la mañana.



Julio de 2010

6 comentarios:

  1. ¡Que bueno Ocelote! Me encanta el look de San Fermín y que te confunda con uno de los niños de Fátima. Me ha gustado desde el principio al final.
    W

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  2. Te repito aquí lo que acabo de decirte allí:
    Me ha parecido espeluznante en su sencillez, me gustan tus giros de humor, y me induces a la reflexión.Cuántos sinsabores no habrán producido y producen los ' y qué dirán...'.
    Y añado que tienes la facultad de cerrar las historias de una forma brillante.
    Gracias por tu letras, ocelote.

    PS: lo del niño de Fátima es ciertamente perturbador, oiga ;)

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  3. Ocelote (dos puntos)

    ¡Qué bueno!

    Un cuento perfectamente armado, lleno de hallazgos verbales (rajarse de rajarse, entre otros) y que, sin renunciar a tu estilo (siempre irónico y amable), tiene un puntito dramático que me encanta. Una excelente metáfora del destino. Un tango navarro. Una delicia.

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  4. Muchas gracias Willows. Es que no le veía yo a San Fermín con un hábito eclesiástico. Debe ser de lo menos práctico, y discreto, para estar al loro de los chavales durante el encierro.

    Me encanta inducirte a la reflexión, Arrebolada. Aunque si me admites un guiño algo frívolo, te diré que de eso me acusa siempre mi amigo Luis. De no hacer otra cosa con las mujeres que no sea inducirlas a reflexionar... :-)

    Hombre, Qwerty (hablando de personas que reflexionan). Lo del tango navarro es precioso. Muchas gracias.

    Gracias chicos.

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  5. Wow, Ocelote... qué maravilla. Escribir un texto así requiere mucho talento, que lo sepas. Es rico de palabra y cargado de reflexión, efectivamente. No puedes evitar preguntarte - ¿Y yo haría caso?
    L.

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  6. Muchas gracias Compañera. Tú sí que tienes talento. Sobre todo, para ponerme a mí de buen humor.

    Por cierto, un poquito tarde tu mensaje, ¿no? :-(

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