En el fondo, no soy un mal tipo. Pero, desgraciadamente, la experiencia me ha enseñado que la gente solo entiende el miedo. Por eso, cuando me contratan para encarrilar un poco las vidas torcidas de ciertos individuos, debo ser muy explícito. Así que les quito algo que aprecien de verdad. Algo insustituible en sus vidas. Luego se lo devuelvo por correo ordinario; pero ya, para entonces, el terror se ha instalado definitivamente en ellos, y sé que no reincidirán en determinados actos.
Hoy recogí un sobre algo abultado de mi buzón. Al subir a casa, me senté en el sofá y lo abrí con la ayuda de unas tijeras. Dentro estaba mi oreja. Comprendí en ese momento que no fue el garrafón lo que me había dejado fuera de combate anteanoche, sino algún cabrón que me está disputando el mercado.
Abril de 2011
Bueno, puede pegarse la oreja de nuevo. Na, el sustituto no era tan profesional. Una oreja sólo sirve para colgarse los pendientes, sujetarse la melena tras ella (caso de mujeres) o colgarse las gafas, y en este último caso, siempre puede ponerse lentillas. Oye, es un apaño. jejeje
ResponderEliminarNa, es broma. Me parece un magnífico micro, que te atrapa por lo bien llevada que está la intriga hasta un final. Espeluznante, aggg.
Un abrazo.
jajaja coño, está bueno chiquillo
ResponderEliminarcarmen
Ufff.... dan escalofríos al leerlo. Casi dolía al ver lo que había dentro del sobre y además con esa foto al lado de portada de novela negra. Sabes, a mí esto me suena a la camorra siciliana y al protagonista no se le ve nada atemorizado, será quizá que tiene el antídoto de su propia medicina.
ResponderEliminarEl título está muy bien elegido. Me da la impresión de que es como si fueras ganando terreno para conseguir la complicidad del lector con el protagonista y eso lo refuerza la frase de apertura. Es un buen microrrelato, sí, tiene todos los ingredientes. Cuenta una historia en sí mismo, es original, tiene un transcurso temporal y además, en este caso, un final inesperado. Es explícito (como los métodos que utiliza el protagonista) y finalmente lo más importante es que no deja indiferente, sino que consigue un efecto en los lectores, en mi caso el sobresalto, a modo de sacudida desde la cabeza hasta los pies, con esa imagen final.
Es curiosa la estructura de este micro: Intentan encarrilar la conducta del encarrilador. Yo diría que te ha salido “redondo” en todos los sentidos.
Como se lee tan rápido, se tiende a pensar que también se escribió igual de rápido, pero lo mismo no???
Te felicito por haber tenido este “flash” mental y haberlo plasmado tan bien.
Keira
Perdón por el retraso en la respuesta. Muchas gracias por vuestras palabras, Sinu, Carmen y Keira.
ResponderEliminarDe vez en cuando, apetece escribir algo así, como descarnado (nunca mejor dicho, o si no que se lo pregunten al tipo al que le falta la oreja). Un relato puro y duro, aunque sea tan cortito como este.
Besos
Qué bueno, Ocelote. Un micro "de libro": tiene ese punto de funcionar como un muelle, "escir", que parece pequeño pero luego, una vez leído, se extiende en la cabeza del lector, pleno de significado, además de hacerte volver al título.
ResponderEliminarEncarrilando conductas... ¡Valiente ##@#=#! (censurado).
Gracias amigo. Yo creo que ha sido una de esas jugadas de suerte que tiene uno de vez en cuando. Lo miras y dices, joder, tiene un puñado pequeño de palabras, pero no le falta de nada.
ResponderEliminarDisculpa este despliegue de autoaquiescencia... pero ha sido culpa tuya, mayormente.
Un abrazo.