S. T. Ciudad de El Cabo.
El submarinista japonés Porpoko Mehama salvó hoy la vida milagrosamente durante unos ejercicios de salvamento marítimo que realizaba en la costa de Sudáfrica cerca del Cabo de Buena Esperanza. Mehama fue atacado por un enorme tiburón mientras ascendía por una escalerilla de cuerda desde las frías aguas del Océano Atlántico hacia el helicóptero de rescate que participaba en la simulación.
Aunque los expertos creían hasta el día de hoy que los tiburones no eran capaces de practicar saltos fuera del agua como los delfines debido a la falta de flexibilidad de su espina dorsal, la "raspa" de este enorme escualo ha contradicho esta teoría de manera absoluta.
El submarinista se recupera del "shock" en un hospital de la capital sudafricana, y hasta él ha conseguido llegar nuestro corresponsal Santiago Tera, quien recogió un testimonio verdaderamente sobrecogedor de Porpoko Mehama.
Mi vida en filminas
Creí que el hijo de puta del tiburón me iba a comer de un bocado. De repente estaba allí, saltando del agua de manera asombrosa. Incluso me pareció ver un trocito de Robert Shaw dentro de la boca del bicho, aunque este extremo no lo puedo asegurar totalmente. Me he llevado un gran susto, pero no he perdido la razón, ¿eh? Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
En décimas de segundo me pasó por la cabeza toda mi vida en filminas, como cuando sabes que vas a morir. Te da tiempo a pensar muchas cosas. Es increíble. Creo que sentí odio, mucho odio: no me digas por qué, pero fue así.
Odié a Spielberg, a quien considero el responsable último de lo ocurrido. A raíz de su película, los tiburones se nos han subido a la chepa. Desde que la vieron saben que los humanos somos vulnerables. Nos han perdido el respeto. Si por mí fuera, le podían meter una granada con forma de Oscar por el culo, y luego hacerla explosionar. Menudo cabrón.
Odié a Superman. ¿Ha visto usted su película?, en ella se pone a dar vueltas alrededor de La Tierra en sentido contrario al de la rotación del planeta, y consigue echar el tiempo para atrás. Si hubiera hecho lo mismo durante el tiempo suficiente el día del ataque; Spielberg aún no habría hecho la película, el tiburón no hubiera estado tan resabiado e incluso yo hubiera podido fingir una terrible jaqueca y escaquearme de las maniobras de salvamento. ¡Pero no! ¿Dónde estaba Superman, en lugar de estar al loro de mis problemas?, pues casi seguro que echando un polvo al putón de la Lois Lane esa, que además de no pegar ni chapa en el periódico, tiene el mal gusto de tener nombre de pantalón vaquero: ya le vale. Si dependiera de mi, yo le concedía a Lex Luthor la explotación de una mina de kriptonita para que pudiera putear sin descanso a ese hijo de siete padres primo de Caperucita Roja. Que le jodan.
Odié a Esther Williams. Me parece que la estoy viendo todavía emergiendo de esa piscina llena de agua que no moja. Porque no me negará usted que salía perfectamente maquillada y todo. Y estoy viendo a mi madre que se emocionaba viéndola y me decía: “Porpoko, tu cuando seas mayor tienes que tener una profesión acuática” ¡y joder!, la tuve, aún cuando mi verdadera vocación era ser empujador del metro de Tokyo. Si hubiera estado en mi mano, a la foca anfibia esa, le hubiera soltado al cocodrilo que actuaba de extra en las películas de Tarzán para que juntos hicieran un poquito de ballet acuático. Eso sí, el cocodrilo en ayuno de varios meses.
Hace algunas semanas le hice una pirula a un conductor en Tokyo, ciudad de tráfico denso y complicado. Estoy seguro de que el otro conductor pensó "qué le folle un pez" porque allí son muy de pensar eso. ¡Mierda! Una cosa es que te folle un pez, y otra que te papee; aunque bien pensado, creo que en el caso de este mastodonte, los resultados de una y otra cosa no hubieran sido muy diferentes. Cómo no sé quien era el hijo de perra que me deseó tan perversa suerte, tendré que odiar a todos los conductores de Tokyo. Así se hostien todos y les den siniestro total y la compañía de seguros les putee.
Aunque creo que odié a casi todas las personas del mundo, en el último momento quise a alguien. Quise al piloto del helicóptero cuando metió la "marcha arriba", y el helicóptero se elevó, y yo con él, y afortunadamente el tiburón ya no se elevó más.
Mayo de 2005
Jaajaja, no has dejado a nadie sin zarandear. Un buen repaso a la filmografía acuática más relumbrona. ¿Pero la noticia es cierta? (no la entrevista, claro, jejej) ¿o la foto es un montaje?
ResponderEliminarSea como fuere tu le has sacado un gran partido.
Un abrazo semanasantero.
Muy bien!!
ResponderEliminarQue gran reparto has sacado esta vez. Me parece que de los textos que has escrito, éste es el que tiene mayor concentración de caras conocidas, no sé??
Parece que sí, que los tiburones blancos pueden saltar y si no hay una foca cerca pues un submarinista en tempura de neopreno les parece un bocado muy rico. Vaya que se les hace la boca agua. Bueno menos mal que en este caso el piloto tiró del anzuelo a tiempo.
Hay una parte que me gusta mucho y es en la que hubiera deseado que el tiempo retrocediera, cuando supermán volaba en sentido contrario al del giro de la tierra. Se le ve con su capa ondulante y sin despeinarse ni una pizca, con el caracolillo del flequillo impasible ante el azote de los vientos. Así son los héroes siempre perfectos. Bueno ese párrafo con todo su elenco está de cine total.
El nombre del protagonista genial. Uyyyyy pero que enfadado que estaba Porpoko en ese estado de "shock" y sin embargo que "resalao” (por el mar ya se sabe).
Muyyy divertido Ocelote, al completo.
Por aquí nos robas una risas muy sonoras, tengo puesto el altavoz para ver si te llegan.
Keira
Hola Sinu. El tipo se enfadó, y no es pa menos, me parece a mí.
ResponderEliminarEsta es una foto que circula por ahí, y que me pareció muy indicada para desvariar un poco sobre ella. No solo me da la impresión de que es un montaje, sino que creo que incluso hay alguna página web donde se explica cómo se realizó el montaje. Tela.
Gracias por la visita y un beso.
Hola Keira. No me llegan las risas, pero viniendo de ti, estoy seguro de que son auténticas.
ResponderEliminar¡Qué a gusto se queda uno a veces practicando el exabrupto! Creo que eso es lo que le pasó a Porpoko.
Un beso.