’Polimarica’
es un adjetivo que se inventó mi amigo Manolo cuando le conocí en la Escuela de
Arquitectura de Madrid a finales de los setenta. Eran otros tiempos. En aquel
entonces mi padre quería tener un hijo arquitecto, y el negocio de la
construcción no olía a podrido sino a Ferrero Rocher.
El
significado de polimarica es fácil y difícil de explicar. Fácil porque lo
nuclear de su definición se obtiene con un pequeño puñado de palabras, y
difícil porque sólo con la definición, resulta un poco complicada la
comprensión del concepto. Literalmente, polimarica sería aquel hombre al que
puede verse alternando con más de tres mujeres hermosas al mismo tiempo. La
cuestión cuantitativa incluida en la definición viene del elemento griego poli, que aportaría el concepto de
pluralidad, y más en concreto, del uso que las matemáticas, y otras materias, le
han dado. Así, por ejemplo, aunque el polinomio se define, en términos
generales, como la expresión matemática que contiene dos o más elementos
algebraicos conectados por un signo ‘+’ o por un signo ‘-‘; aquellas que
constan de dos y de tres se denominan específicamente binomio y trinomio. Queda
claro, pues, que al tipo que se le ve en compañía de dos mujeres se le
denominaría bimarica, y hablaríamos de un trimarica, en caso de que aquellas se
pudieran observar en número de tres.
No
obstante, para seguir en la medida de lo posible la costumbre gramatical que
nos lleva a utilizar el término genérico de un grupo de palabras de significado
similar, en lugar del específico que se le puede aplicar, y teniendo en cuenta,
además, que encontrar a un fulano paseándose de los brazos de cuatro señoras,
resulta verdaderamente complicado; polimarica acabó imponiéndose en nuestra
jerga, como término habitual y único, independientemente del número de féminas,
y siendo incluso el elegido cuando la proporción era de “uno a una”, siempre
que ésta, en ese caso, fuera una de esas mujeres de las llamadas “de bandera”
(entonces no existían los pibones; o al menos un servidor no recuerda el uso de
dicha palabra).
El
factor ‘marica’ dentro de la palabra no tiene explicación alguna, salvo que nos
remontemos a la época de los recreos en el colegio. En los partidos de fútbol
del patio solíamos reclamar falta cuando algún chaval habilidoso (más
habilidoso que nosotros) nos quitaba el balón de los pies. Como quiera que en
aquellos casos no había quien se aviniera a renunciar al juego para ser
árbitro, compensábamos la indiferencia y el nulo efecto que causaba nuestra
reclamación, mascullando entre dientes algún insulto al listillo. ‘Guarra’ o
‘cerda’ (en femenino, que jode más) eran bastantes socorridos para el propósito
de liberar la frustración. Pero, en realidad, lo he sabido años más tarde,
solíamos envidiar y admirar silenciosamente al chico que nos había birlado la
pelota. Porque era de los que se podía pedir Amancio o Gárate al comienzo del
partido, con garantías de estar a la altura.
Así
pues ‘marica’ no era un contrasentido, aunque es comprensible que lo pareciera
a primera vista. Al contrario, era más un signo de homenaje y alta
consideración. Siempre que hablábamos de un polimarica, lo hacíamos sonriendo y
con buen humor. Y la pronunciación era muy importante. Se vocalizaba haciendo
espacios entre sílabas, tal y como se hubiera escrito, si entre ellas se
hubieran intercalado guiones. Además, poníamos la voz al modo de Héctor del
Mar, impostando una gravedad tonal que no poseíamos.
Sólo
una vez en mi vida pude haber sido un polimarica. Creo que es algo que ya he
narrado en este dietario, pero el recuerdo del hecho siempre me persigue.
Sucedió muchos años más tarde de la época de Manolo, en el transcurso de una
fiesta nocturna de esas de desparrame, en las que el alcohol cunde como si se
hubiera adquirido en el mismísimo Caná de Galilea. Estábamos en el pueblo de mi
amigo Paco, y éste me presentó a dos chicas despampanantes. Desgraciadamente,
Paco me quería demasiado. Lo hizo anunciándome como “una de las mejores
personas que conozco”. Por supuesto, no volví a verlas en toda la noche. ¿Quién
quiere la compañía de una buenísima persona, justo la noche en la que el
objetivo fundamental es no recordar nada de lo sucedido a la mañana siguiente?