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miércoles, 2 de octubre de 2013

Dietario Errático (14-08-2013)


’Polimarica’ es un adjetivo que se inventó mi amigo Manolo cuando le conocí en la Escuela de Arquitectura de Madrid a finales de los setenta. Eran otros tiempos. En aquel entonces mi padre quería tener un hijo arquitecto, y el negocio de la construcción no olía a podrido sino a Ferrero Rocher.
 
El significado de polimarica es fácil y difícil de explicar. Fácil porque lo nuclear de su definición se obtiene con un pequeño puñado de palabras, y difícil porque sólo con la definición, resulta un poco complicada la comprensión del concepto. Literalmente, polimarica sería aquel hombre al que puede verse alternando con más de tres mujeres hermosas al mismo tiempo. La cuestión cuantitativa incluida en la definición viene del elemento griego poli, que aportaría el concepto de pluralidad, y más en concreto, del uso que las matemáticas, y otras materias, le han dado. Así, por ejemplo, aunque el polinomio se define, en términos generales, como la expresión matemática que contiene dos o más elementos algebraicos conectados por un signo ‘+’ o por un signo ‘-‘; aquellas que constan de dos y de tres se denominan específicamente binomio y trinomio. Queda claro, pues, que al tipo que se le ve en compañía de dos mujeres se le denominaría bimarica, y hablaríamos de un trimarica, en caso de que aquellas se pudieran observar en número de tres.
 
No obstante, para seguir en la medida de lo posible la costumbre gramatical que nos lleva a utilizar el término genérico de un grupo de palabras de significado similar, en lugar del específico que se le puede aplicar, y teniendo en cuenta, además, que encontrar a un fulano paseándose de los brazos de cuatro señoras, resulta verdaderamente complicado; polimarica acabó imponiéndose en nuestra jerga, como término habitual y único, independientemente del número de féminas, y siendo incluso el elegido cuando la proporción era de “uno a una”, siempre que ésta, en ese caso, fuera una de esas mujeres de las llamadas “de bandera” (entonces no existían los pibones; o al menos un servidor no recuerda el uso de dicha palabra).
 
El factor ‘marica’ dentro de la palabra no tiene explicación alguna, salvo que nos remontemos a la época de los recreos en el colegio. En los partidos de fútbol del patio solíamos reclamar falta cuando algún chaval habilidoso (más habilidoso que nosotros) nos quitaba el balón de los pies. Como quiera que en aquellos casos no había quien se aviniera a renunciar al juego para ser árbitro, compensábamos la indiferencia y el nulo efecto que causaba nuestra reclamación, mascullando entre dientes algún insulto al listillo. ‘Guarra’ o ‘cerda’ (en femenino, que jode más) eran bastantes socorridos para el propósito de liberar la frustración. Pero, en realidad, lo he sabido años más tarde, solíamos envidiar y admirar silenciosamente al chico que nos había birlado la pelota. Porque era de los que se podía pedir Amancio o Gárate al comienzo del partido, con garantías de estar a la altura.
 
Así pues ‘marica’ no era un contrasentido, aunque es comprensible que lo pareciera a primera vista. Al contrario, era más un signo de homenaje y alta consideración. Siempre que hablábamos de un polimarica, lo hacíamos sonriendo y con buen humor. Y la pronunciación era muy importante. Se vocalizaba haciendo espacios entre sílabas, tal y como se hubiera escrito, si entre ellas se hubieran intercalado guiones. Además, poníamos la voz al modo de Héctor del Mar, impostando una gravedad tonal que no poseíamos.
 
Sólo una vez en mi vida pude haber sido un polimarica. Creo que es algo que ya he narrado en este dietario, pero el recuerdo del hecho siempre me persigue. Sucedió muchos años más tarde de la época de Manolo, en el transcurso de una fiesta nocturna de esas de desparrame, en las que el alcohol cunde como si se hubiera adquirido en el mismísimo Caná de Galilea. Estábamos en el pueblo de mi amigo Paco, y éste me presentó a dos chicas despampanantes. Desgraciadamente, Paco me quería demasiado. Lo hizo anunciándome como “una de las mejores personas que conozco”. Por supuesto, no volví a verlas en toda la noche. ¿Quién quiere la compañía de una buenísima persona, justo la noche en la que el objetivo fundamental es no recordar nada de lo sucedido a la mañana siguiente?
 
 

2 comentarios:

  1. Los maricas sueles ir rodeados de unos bellezones....según te leía creí que el significado del "palabro" iba a ir por ahí.
    Saludos.

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  2. Gracias por pasarte, anónimo visitante.
    Un saludo.

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