estrachas del ocelote

Pequeño almacén de letras



jueves, 5 de abril de 2012

Abecedario Versátil: El Matrimonio



Ajuar. Conjunto de cachivaches y otros elementos de naturaleza diversa que llenan la casa donde habitan los miembros del matrimonio (dos, en la mayor parte de las ocasiones). Se genera espontánea y caóticamente a lo largo de años de convivencia. Antiguamente, sin embargo, lo iba reuniendo la novia, como aquel que colecciona los cromos del álbum “Liga BBVA 2011-2012”; y ello, aún cuando “vete tú a saber si me casaré o no”. Sorprendente.

Boda. Acto formal en el que los dos miembros del matrimonio se comprometen delante de la peña de parientes y amigos, a cosas que luego son incapaces de cumplir. Ahora que lo pienso, los contrayentes de la ceremonia nupcial y los políticos tienen ahí un punto en común. Culmina, el acto, con la frase: “Sí, quiero”, o quizá era “Sí, ¿quiero?” Bueno, una de las dos.

Cuñado. Individuo cuya opinión respecto a uno es siempre una incógnita. Los hay de dos tipos (a los efectos del tema de este abecedario): el hermano del cónyuge (éste tiene un pase, aunque pretenda jugar al Mus mejor que nadie); y el marido de la hermana del cónyuge, al que también se denomina concuñado (éste es como una entelequia lejana, la mayor parte de las veces). También existen las cuñadas. De ellas se puede decir que la mayor parte de las veces, son mujeres.

Divorcio. Utilizando un símil informático, es como el comando “undo” del matrimonio. Un día uno dice: “coño, ya me he equivocado”, y entonces hace Ctrl Z. Y ya está.

Enamoramiento. Estadio por el que pasan los miembros de la sociedad conyugal de manera previa a la formalización de la misma. Bueno, en realidad esto es solo una aproximación teórica, porque ni todos los enamorados se enamoran de la misma manera, ni todos los que se casan necesitan de este paso intermedio. Existen personas que a los diez minutos de haber conocido a otra del sexo opuesto (o no) sienten la necesidad imperiosa de formar una familia con ella. Y esto no sé muy bien lo que es, ni con qué letra empieza.

Félix Mendelsshon. Autor de una obra musical clásica que se utiliza con frecuencia en las bodas. El que le da al “on” para que suene la melodía, suele encontrarse en el anfiteatro de la iglesia, también llamado coro, y anda puteado siempre porque no ve desde allí cuando empieza a entrar la novia en el templo. Una gran responsabilidad poco valorada.

Guanda. ¡Guanda, guanda!, ¡Por Dios, Mariano, trata de guandar un poco más…!

Hijos. Son la viva materialización del refrán aquel que dice que “la jodienda no tiene enmienda”. Bueno, esa es la visión pesimista. La optimista es que una vez que están, son como el Scotch Brite: no se puede estar sin ellos.

Invitado. Unidad elemental y básica de la que se componen las hordas que arrasan con el catering de la celebración de las nupcias. Su definición se convierte en un problema de importancia principal cuando los inminentes suegros intervienen en ella.

Juzgado. Competencia de la Iglesia en el mercado de los casorios. En él, se celebran las llamadas “bodas por lo civil”. Analizada esa expresión, y por exclusión, podría interpretarse que las otras se celebran por lo penal.

Kilogramo. Clásico intruso que en número variable se suele adherir al cuerpo serrano de los cónyuges, no más están de vuelta del viaje a bodas (que fue a Tanzania, que lo sepan). Después de un tiempo, los kilogramos adquieren en los hombres una forma redondeada que se suele denominar ‘curva de la felicidad’. Podría decirse, haciendo un juego de palabras, que qué gran facilidad tenemos para adquirir la curva. Las mujeres resisten mejor este ataque. Donde va a parar.

Lista de bodas. Es un sinvivir. Se meten en ella los objetos más peregrinos, independientemente de su utilidad real, al objeto (valga la redundancia) de que existan opciones de elección suficientes para todos los invitados. Que siempre está el listillo de última hora que luego te dice: “es que cuando fui a la lista de bodas, solo quedaba el reloj de cocina”. En los últimos tiempos ha caído en desuso, en su forma arcaica, y ha migrado a otra modalidad en la que la lista tiene un solo elemento. Uno que atiende al acrónimo de CCC, y que tiene 20 dígitos.

Mamá. Mote que se empieza a aplicar a la mujer cuando aparecen nuevos miembros en la unidad familiar. En algunas regiones y ámbitos culturales, el apelativo pierde su tilde natural.

Numerao, numerao viva la numeración. Quien ha visto matrimonio, sin cobrar amonestación. Que diría Jose Luis Rodríguez (alias “El Puma”). Pues eso, que si alguien sabe qué significa esto de “numerao”, que me ponga al corriente, por favor. Muchos matrimonios, lo son sin tener esta información imprescindible. Y es que el mundo está lleno de insensatos.

Ñu. Animal que habita los Parques Nacionales de Sudáfrica, Kenia y Tanzania; que es donde van de viaje de novios un montón de matrimonios recentales. (Vale, vale, ya comprendo que ésta ha ido un poquito justa).

Onanismo. Sea una función matemática y=f(x), en la que la variable ‘x’ es el número de años de matrimonio, y la función ‘y’, la frecuencia con la que los miembros de la pareja acuden a la práctica de este tipo de actividad; pues bien, la representación gráfica de la función ‘y’ es una parábola invertida. O sea, cóncava en el sentido ascendente. No sé si me explico, vaya.

Papá. Mote que se empieza a aplicar al hombre cuando aparecen nuevos miembros en la unidad familiar. En algunas regiones y ámbitos culturales, al igual que en el caso de las mujeres, el apelativo pierde su tilde natural. El problema, en este caso, es que Benedicto XVI pasa a estar inmediatamente bajo sospecha.

Querida/o. Es la persona que le da cancha en la cama al marido o a la mujer, respectivamente, cuando la mujer y el marido no se la dan mutuamente. El término suena un poco a rancio, y en la actualidad se suele emplear mayormente la palabra amante, pero es que la ‘q’ estaba más complicadita.

Recalcitrante (soltero). Es un síndrome que adorna típicamente a algunos hombres, y que les hace caer enfermos en cuanto sienten la presencia inminente del chaqué y del anillo de bodas. Son síntomas habituales de las crisis padecidas como consecuencia del síndrome, un irrefrenable temblequeo en las canillas, o la avería sobrevenida del teléfono móvil, del fijo, y aún del tam-tam, del enfermo en cuestión.

Suegra. Figura inseparable del hecho matrimonial. Es el icono de un moscardón dando la barrila e interfiriendo constantemente en el ámbito de los esposos. Hay infinidad de chistes sobre suegras y todo eso; pero yo creo que esa imagen no es más que otra leyenda urbana. Anda que no echan una mano las suegras.

Tálamo. El sitio donde los de hace tres palabras no se daban cancha.

Unidad familiar. Así denomina la Agencia Tributaria al sujeto pasivo del I.R.P.F. que está compuesto por varias personas físicas de una familia fundada a partir de un matrimonio (más o menos, viene a ser una cosa así). Pero el que la familia esté unida o no, no es algo que a la Agencia Tributaria le importe demasiado. Vocablos compartidos por el lenguaje de lo técnico y el de lo conceptual.

Vivienda familiar. Otro término muy del fisco, jatetú. Como su propio nombre indica, es donde viven el matrimonio y los demás miembros de la familia que vayan incorporándose a la misma. Dependiendo del grado de cohesión social que exista dentro de ese espacio común, a veces se le denomina también hogar.

Wanda. Nombre típico de mujer sexualmente irresistible que aparece en los sueños de algunos, en las noches en las que amanecen confirmando la validez de los versos de aquella vieja y entrañable canción que decía: “todas las mañanas, cuando me levanto, tengo la pilila más dura que un canto”. (No puedo garantizar la exactitud de la letra, porque hace ya bastante que yo no la interpreto).

Xilógrafo. Profesión que ejerce el que hizo aquella placa de madera que los amiguetes regalaron a los novios cuando la boda. Placa que se quedó cogiendo polvo en el fondo de un armario durante años. De vez en cuando, alguien da con ella casualmente, y le sirve de recordatorio de su situación.

Yo. Concepto que en muchas ocasiones desaparece del cerebro de las partes del contrato matrimonial, cuando llega el de nosotros. Craso error. Quienes tienen la inteligencia emocional de esquivar esta trampa tan tradicional, evitan con mayor facilidad el advenimiento del “Ctrl Z”.

Zidane. Nombre de uno que, o mucho me equivoco, o se llevaría al altar a más de una fémina, con solo ponerle ojitos y decirle unas palabras tiernas llenas de “erres”, de esas que los franceses acostumbran a mudar en “ges”.

Noviembre de 2011




2 comentarios:

  1. :) Me llevo las sonrisas que me ha provocado la lectura y la carcajada en la letra Z.

    ;)

    Cristina

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  2. Ah, la Z. Como te comprendo. Es que Zidane me gusta hasta a mí... :-)

    Gracias Cristina. Un beso.

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