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viernes, 21 de octubre de 2011

Dietario Errático (28-05-2011)



La pasada noche me he vuelto a despertar cuando no tocaba. No sé cuántos días de ocurrencia de un hecho convierten a éste en un hábito, pero espero que sean muchos porque si no, la cosa podría empezar a preocuparme. Ha sido una suerte, sin embargo, que no tocara trabajar hoy. A pesar de que dormir poco me sienta fatal, no tanto en el terreno de lo emocional, que también, como en el de lo físico; cuando he salido de casa tenía los ojos en su sitio, funcionalmente hablando, quiero decir; y en virtud de ello he podido distinguir que el tipo con el que me he cruzado al salir del portal iba ataviado con una camiseta del Manchester United. Toda ella roja; toda ella con las siglas AIG (que se corresponden con las de una de esas empresas que mira para otro lado, cuando todos miran, o deberían, a los efectos devastadores de la crisis financiera internacional. Pero esa es otra historia).

Los andares del tipo de la camiseta del Manchester no eran los de quien pasea alejado de las prisas cotidianas, sino más bien los de quien tiene encomiendas pendientes y recados varios por hacer. Vaya, que caminaba ligerito. A la hora de las cañas, y al hilo de este asunto, un amiguete me ha preguntado si el sujeto en cuestión tenía aspecto de guiri. Pero no. No lo tenía. Parecía más bien un tipo descendiente de una cadena ininterrumpida de, calculo, unas veinticinco generaciones ibéricas. De manera que he tenido que concluir en que su indumentaria era un acto testimonial. Un mensaje para cualquier viandante con el que se cruzara, incluidos los que no han dormido bien. La representación inequívoca, al fin, de un deseo íntimo e intenso.

Si el Barça perdiera la final de esta noche, podría estacionarme yo en la ventana de casa, por ver si pasa de vuelta el sujeto de la camiseta roja. Y aunque es bastante improbable que me decida a hacer tal cosa, estoy convencido de que el tipo llevaría un gesto de satisfacción en el semblante. El lógico, por otra parte, de quien ha resuelto satisfactoriamente todos los asuntos planificados para la jornada cuya finalización dicta la oscuridad de la noche.

2 comentarios:

  1. Lo bueno de los diarios postdatados es que, al leerlos, uno ya conoce un final que el autor no sabía al escribirlos.

    En este caso apostaría a que el ibérico portador de la camiseta llevaba otra debajo, que es como cambiarse de chaqueta pero sin chaqueta.

    Me está gustando mucho a mí esto de tus diarios, son como gotitas de pensamientos de esos que todos tenemos pero nunca escribimos.

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  2. Hola Qwerty. Eso es lo bueno. Pero por otra parte, pienso que va a llegar un momento en que la publicación de un texto de esta serie, diste el tiempo suficiente del momento en el que fue escrito, como para que quien lo lea ya no recuerde bien los hechos reales a los que pueda hacerse alusión. No sé. Puede que sea, entonces, como un anuario de noticias de esos que dan el día de fin de año. Lo malo es que algunas de las noticias que se están dando hoy en día, serán plurianuales.

    Un abrazo.

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