estrachas del ocelote

Pequeño almacén de letras



sábado, 18 de junio de 2011

De ciencias y de letras




Llegado un determinado momento dentro de nuestra trayectoria académica como estudiantes, tenemos que elegir entre ser de ciencias o de letras. En esa coyuntura, la académica, la diferencia entre una y otra cosa radica en que estudiamos más griego clásico y menos biología, más literatura y menos química, o más filosofía y menos física.

Luego, en el patio, todos volvemos al bachillerato unificado, y jugamos al fútbol, si hay balón; charlamos si hay quien nos hable y escuche, ya sea un avanzado ‘declinador’ de latinajos o un monstruo de las ecuaciones de segundo grado; y fumamos el primer cigarrillo, o quizá el segundo, si Manolo se acordó de mangarle unos cuantos pitillos a su padre.

Sin embargo, al igual que el orden sacerdotal, nuestra elección parece imprimir carácter en nosotros para el resto de nuestras vidas, y solemos justificar nuestras supuestas incapacidades para dividir entre tres, por el hecho de ser de letras, o para escribir palabras poniendo sus tildes en el lugar correcto, por haber elegido ciencias. Menuda cara que nos gastamos: ¡La operación matemática de la división y los acentos ortográficos se estudian antes de llegar a la bifurcación escolar! Así que propongo una interpretación distinta de lo que podría implicar ser de ciencias o de letras, más ajustada, me digo yo, a la realidad.

Creo que los de letras son aquellos que de una u otra manera fabrican modelos para explicar lo que debe ser el comportamiento humano. Estos modelos que dicen ser la descripción pormenorizada de cómo otros actuaron en tiempos pasados, terminan por ser, con frecuencia, esquemas que antes que describir patrones de conducta, intentan inducirlos. Y claro, se convierten en la gran fábrica de los prejuicios sociales. Los de letras han cambiado el diagnóstico de "usted sigue pautas que están reconocidas en otros que existieron con anterioridad", por la de "usted debe seguir estas pautas, aunque la sociedad ya no es como era cuando existían sus anteriores". Esto, en todo caso, no sería jamás reconocido abiertamente por ellos: Los de letras.

Los de ciencias son aquellos que cuestionan, casi por principio, la existencia de una relación causa-efecto única entre dos hechos observables. Creen que todo es factible o, por lo menos, de verosimilitud valorable; y jamás discuten la posibilidad de que las reacciones humanas sean imprevisibles. Como mucho, niegan la capacidad trigonométrica de los ángulos para tener más de 360 grados. Son tolerantes y se rigen por el humilde principio de "cuanto más conozco, menos sé". Son relativistas y están dispuestos a escuchar la explicación de un hecho antes de aventurar un juicio apriorístico sobre el mismo.

Los de letras suelen acusar a los de ciencias de "no mojarse" demasiado en los debates sociológicos, y con frecuencia utilizan, incluso de manera no consciente, la táctica de "si no estás conmigo, estás contra mí". Viven intensamente la sensación de ser víctimas de la injusticia, en lo referente a su reconocimiento personal por parte de los demás.

Los de ciencias sólo hacen que caerse del guindo una y otra vez, y no son muy duchos en la prevención de los dobleces, martingalas o “dobles fondos” de las cosas.

En fin, que yo me quedo casi más con el manzanazo de Newton que con otra cosa, aún cuando a consecuencia del mismo pudiera verme aquejado de un sobrevenido y espontáneo aprendizaje del latín. Y es que, después de todo, lo cortés no quita lo valiente.




Febrero de 2004
Rev. en Junio de 2011

2 comentarios:

  1. Desde "el punto de vista de la manzana" fue la rama la que despegó hacia arriba y por el otro lado una cabeza se lanzó hacia ella, toda acelerada. Si es que cuando se cambia de sistema de referencia los sucesos se ven diferentes.

    La verdad es que conozco a gente de ciencias que en su tiempo libre se acerca al latín, a la literatura, a la filosofía, pero no conozco gente de letras que haga lo inverso, supongo que existirán, pero yo no los he encontrado.

    Muy interesantes tus reflexiones a la hora de establecer perfiles humanos atendiendo a la formación. Hay que tener en cuenta que es una generalización y que luego están los casos particulares de cada uno. En la parte que me toca la verdad es que has acertado.

    A veces me parece fascinante comprobar que el arte y la ciencia confluyen. Hace un tiempo asistí a una conferencia que trataba sobre el diseño de lentes intraoculares multifocales, de las que implantan a los que operan de cataratas cuando les quitan el cristalino. Para su diseño habían empleado diferentes modelos de superficie. Los había de tipo fractal y otros seguían un patrón de números denominado sucesión de Fibonacci. Pues bien, en este último caso encontraron que la relación que existía entre la distancia focal mayor de la lente y la menor, cumplía nada más y nada menos que "la razón áurea" y eso no me lo esperaba para nada. Me quedé asombrada gratamente. Esa "razón" se ha utilizado de forma consciente en la arquitectura a lo largo de la historia, en pintura y sobre todo en la escultura del renacimiento, porque representa la armonía en las proporciones, algo así como un símbolo de belleza. Y en este caso, cuando la luz atravesaba una lente pequeñita pero que era capaz de formar imágenes, en un entorno de ciencias bien diferente de los anteriores, había aparecido de nuevo, así... sin avisar ni nada. Anda! Toma ya!

    Ocelote si es que los números unos son primos y otros son muy caprichosos. Por cierto si has visto el romanescu, pues ahí tienes un hermoso y delicioso fractal para el paladar.

    Hasta la unificación de la ciencia con el arte y más alla!!
    Y la poesía cerca porque es casi tan necesaria como el aire.
    (Interpretación libre de "lo cortés no quita lo valiente" )

    Keira

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  2. Que digo Keira, que igual eres amiga de Dan Brown (o mejor y más doméstico, de Javier Sierra), o algo, ¿eing? Porque estás muy puesta en estructuras geométricas mágicas y cosas así.

    Apoyo lo de la unificación de la ciencia , el arte y la poesía, y eso a pesar de que yo voy algo más que justito en cuestiones de poesía.

    Has dado de pleno con lo del romanescu (he tenido que consultar que qué era eso). No como yo ni la cloliflor ni esos otros primos coloreados que tiene, ni aunque en lugar de como un fractal, vinieran en forma de esfera perfecta.

    Gracias y besos.

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