estrachas del ocelote

Pequeño almacén de letras



sábado, 4 de diciembre de 2010

Urban cowboy

Un día ya no le quedaron fuerzas para seguir cuidando de la tierra, y de los animales que, con ella, le habían hecho compañía y dado de comer. Ese día la soledad de la aldea se hizo densa como el cielo oscurecido de las tormentas de verano, y las grietas de las casas abandonadas adoptaron el rictus que antecede a la muerte. Así que vendió todo lo que tenía algún valor y se fue a la ciudad. Si otros que le habían precedido pudieron sobrevivir a una amnesia inmisericorde que borra de golpe la mitad de la vida, es porque en la otra mitad también hay cosas que le hacen a uno estar bien. Quizá el entorno tuviera un aspecto más de grises y marrones, que de verdes. Pero, al menos, ahora, podría contrastar con los demás su percepción sobre los colores que pueblan el mundo.







Julio de 2010

2 comentarios:

  1. Preciosa la entrada, preciosa la música.
    Y si lees a la vez que escuchas, doble placer.

    Qwerty.

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  2. Muchísimas gracias, Qwerty.

    He descubierto (gracias una vez más a Internet) que hay una enorme cantidad de buena música por ahí, que comercialmente no es viable en España, y de la que nunca llegamos a tener noticia.

    Un abrazo.

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