estrachas del ocelote

Pequeño almacén de letras



martes, 25 de mayo de 2010

Vocabulario imprescindible para desenvolverse durante el Mundial de fútbol


Árbitro. Se ignora por qué se alude a los árbitros utilizando siempre dos apellidos en lugar de uno. Véase: Condón Uriz, Acebal Pezón, Mejuto González, etc. A juzgar por los ejemplos reseñados, se descarta que sea para no confundirlos con otras personas de apellidos y profesión idénticos. En fin, otro hecho ignoto para la ciencia, tan escasa, del hombre.

Banderín. Los hay de tres tipos, a saber: de córner, que siempre, y milagrosamente, se mantiene pegado al suelo a pesar de que se ha puesto de moda entre algunos jugadores, el sacudirle patadas para celebrar la consecución de un gol; de juez de línea, que adquiere su auténtica dimensión de irremediable chivato cuando a su propietario se le levanta la mano a lo Madelman’s style; y finalmente de los que se intercambian los capitanes antes del partido, como queriendo pasar por personas civilizadas y tal, tú verás.

Córner. Injustísimamente tratado por los periodistas deportivos, toda vez que hablan del círculo central, del semicírculo del área, pero jamás de los jamases aluden al cuarto de círculo del córner. Afrenta histórica donde las haya.

Descanso. Tiempo cuya longitud está milimétricamente pensada para asaltar la cocina y hacerse con algunas vituallas para consumir en la segunda parte. Durante la primera, la cerveza suele dar cancha suficiente al espectador. El estar a los aperitivos mientras ve uno el partido, es la forma más segura de desatender a lo que ocurre en el terreno de juego. Además, siempre te acaba cayendo una gota de aceite en el pantalón.

Entrenador. Tipo con corbata que se muerde las uñas, una tras otra, cuando ve que lo que escribió en la pizarra no fue comprendido por ninguno de los jugadores. A veces, los entrenadores son despedidos sin razón aparente, pero nunca se enfadan por ello. Son muy buenas personas, y comprensivas en extremo.

Fúrbol. Esta palabra no sé qué eh lo que eh, pero debe tener que ver con el asunto que nos ocupa, porque se la oigo decir con frecuencia al Presidente de la Federación Española de Fútbol. Claro que mi inglés tampoco es del Eton College. Puede que eso haga lo suyo.

Gol. Alegría o tristeza sobrevenidas, dependiendo de en qué lado se alinee uno. Los importantes que se sientan en el palco principal, están sujetos a una norma no escrita, en virtud de la cual deben permanecer impertérritos (como si estuvieran jugando al “impávido”, por ejemplo) ante la consecución de un gol, ya sea a favor o en contra de su equipo. Los jugadores, en cambio, no lo están. Que se lo digan si no, al pobre banderín del córner.

Hostias. A lo que van los jugadores (como otros a setas, en otoño), cuando se forma una riña, pelea o tangana entre ellos en mitad del partido. El árbitro se caga en todo lo que se menea, cuando tiene que bregar con esta situación. Lo soluciona haciendo uso de las tarjetas (ver apartado ad-hoc), que para lo pequeñas que son, tienen un efecto altamente persuasivo.

Indirecto (libre). Llevo décadas sin saber qué es esto. O sea, saberlo, lo sé. Es que al sacar una falta no se puede hacer disparando a puerta de manera directa. Lo que no sé es cuando se dispone que el saque es indirecto, o cuándo directo. Tampoco sé si existen libres circunstanciales (de lugar, tiempo, modo o cantidad).

Jugada. Unidad elemental de actuación coordinada por parte de los jugadores, dentro del desarrollo de un partido. Se compone de pase, regate, chut y ¡¡¡uyyyyyyyyyyyyy!!!, si es buena. Si es mala, puede adoptar muy diversas combinaciones. Una bastante habitual es dar un pase al hueco, para que un compañero que está muy lejos del tal hueco, se mate a correr “pa ná”. Luego vuelve a defender y hace un gesto de aplauso al pasador, mientras por lo bajini se caga en sus muertos.

Kilómetro. Éste está traído por los pelos, lo admito. Son mil metros como todo el mundo sabe, o unos 10 campos de fútbol, medidos en su sentido longitudinal. Últimamente, las teles ofrecen estadísticas de los kilómetros recorridos por determinados jugadores (los centrocampistas, básicamente) a lo largo del partido. Siempre tengo la impresión al ver esos resultados, de que son todos unos haraganes.

Linier. Otra importación anglosajona. Es el juez de línea, sin ir más lejos. Se lleva broncas constantes de los jugadores a los que les señala fuera de juego. Eso, a juzgar por los aspavientos de indignación de éstos, aunque estuvieran adelantados 4 metros a la defensa. No obstante, como dichos jugadores suelen estar en la banda contraria a la del linier, éste no se cosca de si se están cagando en su familia o qué. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Míster (el). Es un término coloquial que utilizan los jugadores para denominar al entrenador. El DRAE, para sorpresa de un servidor, lo recoge justo con esta acepción. A veces, este vocablo (si pensamos en su interpretación inglesa), y el sujeto al que se refiere, forman un paradigma de contradicción.

Naturalidad. Cualidad que adorna a muchos delanteros para tirarse dentro del área, y sobre todo, para adoptar un gesto de perplejidad cuando el árbitro ignora su martingala. La pierden un poco cuando empiezan a mesarse los cabellos, simulando indignación.

Ñu. Alguno habrá en los Parques Nacionales de Sudáfrica. También tenemos Ñam-Ñam: Sonido onomatopéyico, de significado más o menos intuitivo, que se les escapa por la boca a algunas mujeres cuando ven a Cristiano Ronaldo. Conmigo no les pasa. Será porque no soy portugués, digo yo.

Once. Número de jugadores de cada equipo. Los periodistas deportivos, (inspiración constante para el joven aprendiz de entendido en fútbol), lo emplean como sustantivo además de cómo adjetivo. Así tenemos el “once inicial”, el “once de gala”, o el “once de circunstancias”. Hay que tener cuidado y no hacerse un lío con esto. Por ejemplo, cuando se dice que el entrenador no ha repetido un once en los últimos 4 partidos, no quiere decir que hayan jugado en ellos 44 jugadores distintos. No. En términos de matemática combinatoria los “onces”, serían todas las combinaciones posibles de 25 elementos tomados de once en once.

Pelota. También llamada esférico, balón o cuero por los locutores deportivos, que gustan de utilizar sinónimos (algunos de cosecha tan poco académica como por ejemplo “trencilla” refiriéndose a un árbitro) para no repetir siempre los mismos términos. Los porteros dicen que a veces la pelota hace extraños, como si tuviera voluntad propia o así. A mí sí que me extraña eso.

Queja. Es la seña de identidad del futbolista marrullero que trata de orientar a su favor el desarrollo del partido sin necesidad de jugar al fútbol. El futbolista “quejica” se pasa el partido dándole la brasa al árbitro con protestas airadas, pidiendo tarjetas para el adversario, exagerando sus dolencias físicas si la escasez de tiempo le favorece, y utilizando, en fin, todo tipo de estratagemas propias del mismísimo Guzmán de Alfarache. En otros deportes, de los que el rugby es un buen ejemplo, estos comportamientos tramposos no se dan. Y eso que en el rugby lo que sí se dan, y con cierta intensidad, son buenas trompadas.

Revulsivo. Es el efecto que produce la entrada de un nuevo jugador en el campo, cuando al equipo las cosas le van yendo un poco “como Angulo”, que diría aquel, en el partido. También se le llama así al propio jugador. El revulsivo, sale como una moto, santiguándose y quemando césped, dirige consignas a todos sus compañeros, en una turné frenética a lo “juego de las cuatro esquinitas”, y, al cabo de un rato, está agotado. Criatura. Es estadísticamente improbable que su equipo gane el partido.

Saque. Acción que inicia el juego o lo reanuda tras una pausa en el mismo. Tienen denominaciones específicas variadas: saque de puerta, saque de esquina, saque de centro, saque de banda y qué buen saque tiene fulanito (esto último se aplica a los jugadores cuya tableta de chocolate se diluye como consecuencia de ciertos hábitos disolutos, que son muy poco profesionales. Pero que les quiten lo bailao, me parece a mí).

Tarjeta. Trocito de cartulina que lleva el árbitro en el bolsillo para hacer visible al público y a los jugadores, que le afea la conducta a alguno de ellos. Las hay amarillas y rojas. La relación entre ellas es fácil de recordar porque sigue la misma filosofía que los símbolos de la escritura musical. Dos amarillas equivalen a una roja, como dos corcheas lo hacen a una negra. Chupao.

Ultras. Hordas incontroladas de individuos, normalmente violentos, que utilizan el fútbol como excusa para dar rienda suelta a sus desmanes. Muchos clubes, inexplicablemente, les dan cancha: expresión muy adecuada a nuestro contexto.

Ventaja (ley de la). Norma en virtud de la cual, el árbitro omite el señalamiento de una falta, porque el desarrollo posterior de la jugada se intuye favorable al jugador objeto de la misma. Los árbitros que la aplican con acierto son muy valorados, al igual que los que favorecen la continuidad en el juego. Si usted quiere tirarse el “pingüi” de que sabe de fútbol, cuando esté viendo un partido con sus amigos, diga esta frase inefable: “Este es un buen árbitro. Deja jugar”.

Whiskey. Es, junto con un apodo por el que me conocen los que me conocen más, la única palabra que me sé que empieza por W. Lo siento, es lo que hay.

Xilofón. Instrumento de la familia de los de percusión, del que se obtiene sonido golpeando unos pequeños mazos contra una serie de láminas de madera o metal. En muchos partidos internacionales, los himnos nacionales son interpretados por una banda de música. El hecho de que en la banda no haya un xilofón no es culpa de mi menda.

Yerba. Utilizo este término aquí porque la Y Griega se me estaba poniendo un poco jodida, pero lo normal es llamarlo césped. Tiene aspersores como los de los chalets y tal y tal, y se corta en trayectorias perfectamente ortogonales a las líneas de banda, para que su dibujo nos ayude a decidir si había fuera de juego o no, cuando ponen la repetición de la jugada. Fíjate tú que creo yo que los jueces de línea son los que trabajan de cortacéspedes en los clubes…

Zidane. Indefinible. El tipo que le hace comprender a uno, que está bien amar a unos colores, pero que lo verdaderamente importante es amar al fútbol.



Mayo de 2010

4 comentarios:

  1. Grrr se me ha perdido tres veces el comentario, la culpa la tendrán las risas que me eché al leer la entrada, y eso que no me gusta "er furbol", "er whiskey" ni Ronaldo. Ah, por cierto, yo hago puag cuando lo veo, tenlo en cuenta para futuras ediciones de este pequeño diccionario para "Catetos en el furbol".

    Que disfrutes "er mundial".

    nltc

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  2. nltc, estas ventanas para responder en foros, blogs y dispositivos internáuticos en general, están inventadas por gente sin escrúpulos ni entendederas bastantes. Perder lo escrito es un drama. Nunca se logra, en el segundo intento, reproducir el mensaje en los mismos términos que se utilizó la primera vez. Y los de la primera vez siempre eran mejores, esa impresión nos queda. Te recomiendo escribir en un editor de textos (esto lo estoy escribiendo mismamente en el de Outlook) y hacer luego un copia-pega. Y asunto resuelto. Gracias por los buenos deseos, disfrutaré del Mundial lo más que pueda.

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  3. Játric: Pudiera parecer el apellido de un jugador serbio, pero creo que hace referencia a eso que de vez en cuando algún futbolista perpetra y que en vulgo sería algo así como meter 3 goles en un mismo partido, lo cual le da derecho a llevarse la pelota a su casa. O algo así... yo es que soy más de remigio y parchís.

    Por cierto, estoy segura que waterpolo y wagneriano simplemente se te escurrieron.

    Un saludo, ocelote.

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  4. ¿Remigio? ¿Qué es el remigio, Arrebolada? Verdaderamente, con lo que me gustan los juegos de mesa, y que no sepa yo lo que es el remigio.

    Con el Mundial, se podía hacer una especie de porra que durara todo el mes. Catxis, si anduviera yo mejor de tiempo y de inspiración…, con lo que me mola inventar jueguecitos…

    Un saludo

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